Miércoles 10 de Febrero. Promediando las 10 de la mañana, un hedor indescriptible distrajo mi lectura. A mi derecha un percherón negro y brillante acarreaba en su lomo una caja de madera. Andaba solo, sin ningún cortejo. Ni por delante. Ni por detrás. Nadie! Solo el percherón con la caja pestilente a cuestas. No había galanura en esa caja. Tampoco el percherón llevaba su collar de coloridas flores. Será macho o hembra? Sólo un percherón para tan valiosa caja? Nadie quiso escoltarla hasta la terminal? Sospecho que su viaje fue muy repentino y no tuvo tiempo de anunciarlo. Tal vez, no haya existido a quien avisar…
Vísperas del 25 de Mayo. Coro de niños entonando el Himno Nacional. En el fondo, una bandera argentina flameando. Sobre una cartulina blanca representé esa escena como tarea para el hogar de 3º grado. Recuerdo a mi padre sentado en la mesa redonda del comedor diario. A su lado, de pie y con la lámina en sus manos, mi madre. -"Tiene 8 años! Hay que hacer algo con esta chica!". Dijo. Yo, que apenas llegaba al borde de la mesa, escuchaba atentamente la conversación entre ambos. De repente mi madre me pregunto: -"Te gustaría ir a aprender dibujo?". Realmente, no recuerdo haber dado respuesta alguna, pero a los pocos días ya me encontraba asistiendo a un taller en donde aprendía técnicas de dibujo y pintura con adolescentes y adultos. Durante toda mi educación primaria y secundaria asistí, semanalmente, a talleres particulares. En el 94' ingresé en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Paralelamente cursé talleres de verano en la Asociación amigos del Mueseo de Bellas Artes y en Estímulo de Bellas Artes. Hoy tengo 34 años y aquí estoy. Tratando de decir algo con todo esto.